8 – Espías

El gringo me llamó a los días para avisarme que el viejo iba a salir. Era un miércoles a la noche. En realidad me avisó a la tarde porque ya para esa hora intuía algo a raíz de ciertos movimientos sospechosos en su casa: exceso de colonia importada, varias duchas al día, alegría desmedida y otros síntomas, así que de inmediato pusimos la rueda a girar.

El encargado de la movilidad fue el Raulo, que nos pasó a buscar a todos casa por casa en el senda negro del padre. El negro nos pareció prudente para la cuestión del camuflaje pero el quilombo infernal que hacían esas bujías ancestrales y los bulones falseados nos transformaban a cada cuadra en el centro del mundo. El auto se bamboleaba de una forma rara, quizás producto de la distribución de los asientos, pero concretamente el movimiento nos llevaba de adelante para atrás y de izquierda a derecha como sacudidos adentro de un batido de crema.
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7 – Reunión de operaciones

Reclutarlos fue fácil, lo difícil fue ponernos de acuerdo en los pasos a seguir.

Como les conté el otro día, el padre del gringo fue preceptor en mi secundario, que por extensión, fue también el de los chicos, así que todos tenían algún rencor medio escondido. Y si no lo tenían lo inventaron bastante rápido porque aceptaron enseguida formar un comité de inteligencia para resolver el asunto. El gringo tampoco le caía bien al resto así que si de algo estoy seguro es que nadie quiso hacerle un favor a él, sino más bien cobrarse algún vuelto del padre.  Lo tuvimos en cuarto y sexto año poniéndonos faltas y amonestaciones a lo loco. Me acuerdo particularmente una vez que lo vió al Raulo fumando un sábado en el parque y por más que no estaba en día u horario escolar, ese mismo lunes el viejo llamó a los padres para contarles todo. Un botón importante.

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6 – La visita del gringo

Hace un rato vino el gringo para charlar conmigo.

Lo atendió el Esteban porque estaba ansioso cerca de la puerta esperando que le llegaran unos libros de filosofía que había pedido online. No sale de casa ni para eso. El mes pasado compró una remera por internet y la trajo el cartero. Ahí nomás se la midió delante de él, vio que le quedaba ajustada y la mandó de vuelta con el mismo cartero para que le manden un talle menos. A veces cuando viene gente a casa se asusta cuando lo ve porque se olvidan de su existencia y pertenencia a la familia. Igual no se pierden nada, es un amargo importante. Se la pasa todo el día encerrado leyendo esos libros que, según el viejo, le han generado un colapso en la cabeza  producto de una sobredosis de pensamiento o lo que él llama “cirrosis intelectual”. La cuestión es que cuando lo atiende, le dice:

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5 – Volvió internet

Bueno, después de una semana sin internet finalmente vuelvo a estar online para escribir. La verdad es que fue un quilombo. Pensé que un par de días sin poder conectarnos no iba a disgregar la familia pero cuando se enteró mi vieja de que no podía leer el horóscopo ni hacerse la carta astral diaria casi prende fuego todo. Eso fue la mañana siguiente de la llamada de Esteban.

La reacción fue paulatina. Lo primero que resonó desde el comedor fue el eco de una pregunta, casi religiosa, dirigida al cielo o algún ente universal: ¿Por qué no anda esto?, decía sentada al frente de la compu. Acto seguido se escucharon los golpes del mouse sobre la mesa, de menor a mayor, de golpeteo intrascendente a revoleo histérico, buscando que a lo mejor eso milagrosamente solucionara el problema.

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4 – Atención al Cliente

Esta mañana amanecí muy tranquilo. Me metí en la cocina para hacerme el café con leche y me quedé mirando el patio por la ventana mientras se hacía. El pasto está largo pero hoy no lo voy a cortar, tengo muchas cosas que hacer. En realidad no, pero lo seguro es que hoy no lo corto. Tres de azúcar le pongo siempre. Me quedé revolviéndolo con paciencia porque no había ningún apuro y me dispuse a atravesar la cortina que une (o separa, según la disposición anímica del analista) el comedor con la cocina, cuando justo, en el mismísimo momento en que pasaba me atropelló mi viejo que venía con una calentura terrible con la boleta del teléfono en la mano. El café se cayó, obvio, nos quemamos. Quilombo.

–          ¡¡Doscientos mangos de internet me vinieron!! ¿Quién va a pagar esto?

Entonces lo calmé contándole el secreto a voces de como participar siempre de las promociones de la proveedora de internet. Todos mis amigos y los amigos de mis amigos lo hicieron, o al menos dicen que lo hicieron, así que tiene que ser cierto.

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3 – Llamada de madrugada

No dormí un carajo, no sé ni para que me conecto.

Anoche 3:34 a.m. me suena el celular.

Tuve la mala leche de poner como ringtone la  canción de la guerra de las galaxias y ahora siento que tengo la capacidad cognitiva de chewbacca; me taladró la cabeza en el sentido más literal de la palabra.

¿Sabés quién era? Mi prima, la Mariana.

Estaba en un ataque de nervios porque le habían sacado el “me gusta” de un comentario en facebook.

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2 – La bici del gringo

Ayer me pasó algo loco, porque mi vieja me mandó a la verdulería a buscar unas peras, y a mí no me quedó otra que ir ¿viste? porque si le digo que no, arranca con el discurso de que estoy viviendo de arriba y no pongo una moneda para la casa. Yo sé que lo hace para meterse en mi cabeza y conseguir que haga determinadas cosas, como por ejemplo, hacer las compras, así que no dije nada, corté con el facebook un rato y me fui para allá.

De camino y cruzando la plaza, da la casualidad que me lo encuentro al gringo que venía corriendo como loco diciendo que le habían choreado la bici. Lo paro ahí en medio de la plaza porque estaba envenenado y ni se había dado cuenta de que era yo.

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1 – Soy el sobrino de la Pocha

Con todo este quilombo del dólar, te digo la verdad, se está complicando para coger.

Bah, se me está complicando a mí y a los pibes, que es la única forma que tengo hasta ahora de medirlo. Aunque el otro día al Iván le saltó la mentira  y nos dimos cuenta que andaba con la hermana del Raulo. La mina tenía fama de facilonga, pero igual se armó un despelote importante porque esos dos, como dice mi vieja, han sido culo y calzón toda la vida. Si hasta la novia han sabido compartir en una época. Pensando que andaban con dos gemelas resultó ser que era la misma y los pelotudos no se habían dado cuenta, aunque bien que cuando se avivaron se hicieron los giles unas semanas más. Hay un carácter transitivo en la relación sexual y un goce implícito en eso, les dijo una vez Martín que desde que entró a psicología anda así de pesado, y se calentaron tanto que no nos hablaron por un par de días. Ahí parece que cortaron la relación en una reunión formal los tres en la plaza para destapar la estafa.

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